He de reconocer que Montaña no ha sido un proceso fácil, pero sí muy enriquecedor. Aunque esté muy orgullosa del resultado final, diseñar una manta en la que integrar una gran variedad de colores y texturas para representar una montaña en sus cuatro estaciones ha sido todo un desafío.

La elección de cada tejido, su posición correcta y la combinación con sus hermanos estacionales fue un trabajo divertido pero nunca estuve tranquila hasta que los más de 150 cuadraditos estaban montados en su totalidad.

El patrón es hermano de los anteriores. En él formas romboidales y triangulares gobiernan el dibujo, con la novedad de haber introducido cuadrados hechos a partir de triángulos, es decir nuevas técnicas en mi patchwork.

Sobre un centro en el que se representan el día y la noche, el Sol y las estrellas, cuatro ejes de cordilleras estructuran la cálida manta. Divida en cuatro, en cada lado se intenta transmitir del interior al exterior los tonos que nos dan los diversos elementos que gobiernan en las montañas: el cielo, los montes, la tierra, los árboles y las flores.

Se intenta transmitir el blanco y frío cielo de Invierno que antecede a la nieve como los cálidos y rojizos atardeceres de Verano, la imponente diversidad de verdes de la Primavera como el castaño que reina en los suelos de Otoño.

Las estaciones se dividen con los colores que nos dan las flores.

Como su pedido y destino huele a tierras alcoyanas, se le ha otorgado un pequeño giño a la terreta al dar forma de Barranc del Cinc al corazón de la manta. Como un diamante que a su vez le ha dado un cierto aire de mosaico.

Esta vez tampoco he faltado a mi tendencia de crear una talega en la que guardar esta manta acolchada con lana, y reutilizando las sobras de tejido surgió esta linda bolsa.

De acolchado simple y diagonal únicamente por un lado, admito cierta debilidad por el tejido utilizado en la parte trasera. Un algodón de estilo indio con trama marrón y urdimbre amarilla que da un aspecto final de color mostaza.

Nunca me hubiera imaginado que este encargo me iba a gustar tanto. Pensar en el dibujo, la armonía final, su significado y simbología ha sido bello.

En realidad fue todo un lujo que me propusieran este tema para abordarlo con mis manos. La montaña representa mucho para mí. Crecer rodeada de su belleza y transformación constante a cada tres meses es algo que me ha marcado. Como siempre digo, yo necesito vivir allí donde hay estaciones, ciclos.

La manta se lleva con ella muchos pensamientos, pues las horas invertidas en ella dan para muchos recuerdos y cariño, cariño para con sus dueños y su destino. A pesar de que cuesta desprenderse de algo tan intenso y tan mío.