Será que…?

Creo que siendo niña nunca vi una manta de retales en mi casa o en casa de mis abuelas. En mis inicios de costureo, el patchwork no me atraía y por lo tanto no le prestaba mucha atención. Lo que sí recuerdo es hacer ropas a mis muñecas con restos de ropas viejas, y quién no?. Reaprovechamiento de tejidos, una tradición sostenible que se ha ido perdiendo en detrimento de una sociedad más consumista y menos reflexiva.

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Mi primera fascinación por las mantas llegó hace dos décadas. Quedé prendada de la película How to make an American Quilt, o que no es lo mismo, Donde reside el amor. Quedé prendada, pero no por los mozos y la historia de amor tan “apasionada”, sino por el momento vivido conjuntamente por un grupo de mujeres que comparten alegrías y desgracias alrededor de una manta.

Quedé prendada de ese acto tan presente en la vida de muchas mujeres. Un acto que para una gran mayoría se presenta como una escapatoria a la estricta cotidianidad, un momento que permite huir de matrimonios abusivos y sociedades  restrictivas en muchos casos.

Las cosas han cambiado (en nuestro mundo), pero no sé si más, o menos, de lo que pensamos. Esta cuestión merece un debate aparte. Lo que sí es cierto es que a muchas mujeres, y hombres también afortunadamente, nos sigue gustando coser, quilting, bordar, crochetear, tricotar… Pero contrariamente a la connotación que conllevaba “ama de casa y sus labores”, estas crafts y el movimiento diy podemos asociarlo hoy con mujeres que participan en la vida pública, felices, emprendedoras, líderes, independientes y empoderadas.

Mujeres empoderadas, es al fin al cabo la imagen que me transmitieron las protagonistas de How to make an American quilt.

Las primeras mantas que observé con grata atención fueron en la Retrosaria. Me gustó el tacto y por supuesto la paleta de colores, los patrones…Mi preferida es la de la entrada, de formas simples pero sorprendentemente armoniosa y con unos tejidos envidiables. Después de hacer allí el curso de taleigos del que ya he hablado varias veces, hice caso a Carla y me inscribí en el workshop de mantas de retalhosVais adorar -. E adorei (Obrigada Carla!).

No sabía bien qué hacer, así que me inspiré un poco aquí y allá. Me gustan los patrones de los azulejos pero me parecía muy ambicioso para ser la primera vez. Así que haciendo caso de Rosa, probé y probé, y probé. Pasé alguna noche blanca haciendo formas, y un día surgió un patrón que cambió varias veces porque los cuadrados no me cabían en la franela.

Qué decepción ! y confieso estrés…Bonito estrés.

Finalmente surgió un patrón que juega con formas geométricas. Digo surgió porque después de finalizar el patrón de la segunda, me he dado cuenta de que las formas surgen inspiradas por no sé qué.

De mi manta dicen voces diferentes y distantes que tiene aires tibetanos. Será por esos cuadros rojos que se repiten en las colchas que utilizan en el Tíbet para tapar las puertas. Será porque durante el proceso del workshop vi 7 años en el Tíbet ? O porque adoro las telas con aires asiáticos y por eso había comprado un bonito retal japonés destinado a mi primera manta?

Será, será…una conjunción de todo, una conjunción de atención y de amor por el hacer.

Me encantó el proceso de creación, selección de tejidos y formas, pero disfruté como nunca el de acolchado.

De todas formas, una de las cosas más especiales del workshop fue el resultado final. Divertidos momentos en grupo dieron 4 mantas con estilos muy diferentes, patrones poco similares, creo que ningún tejido repetido, y sobre todo 4 mantas preciosas en lo más profundo de su identidad.

Tal y como me aficioné a los taleigos, me he aficionado a las mantas. Cualquier tela es ahora escaneada con estos fines.

La segunda está en curso, sí en curso, con patrón terminado. Pero no sé porqué, siento que esta vez las telas francesas compradas semanas atrás me han llevado de viaje con un molino al viento a la Francia bretona.

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Será que podemos viajar a través de las mantas?

5 thoughts on “Será que…?

  1. Esperanza says:

    Leyéndote se llega a la conclusión de que cualquier actividad artesabal puede convertirse en algo dignificante, que contribuya a la sostenibilidad y a la justicia, al empoderamiento y a la igualdad, sin dejar de ser algo lúdico, pequeño y hermoso. Qué bueno! Seguiremos tus evoluciones 😉

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